Cuando descubrí -en primera persona- los beneficios de los procesos de coaching, fue cuando tomé conciencia de que si durante toda mi vida académica me hubiesen enseñado a gestionar las emociones que se manifestaban en mí, habría tenido un impacto positivo decisivo en mi desarrollo académico y personal.
En la universidad lo pasé mal: aunque estudiaba sin descanso, los nervios ante los exámenes, la tensión que yo misma me creaba y el miedo al fracaso en cada examen hacían que mis resultados estuvieran muy por debajo de mi esfuerzo. Fue una etapa dura y de ella recuerdo muchos momentos de frustración.
En el periodo estudiantil no solo nos formamos cultural y académicamente; también como personas. Pasamos de nuestra etapa infantil a la adolescente, y de la adolescente a la adulta; es entonces cuando experimentamos por primera vez el éxito y la frustración, la alegría y la ira, la seguridad y la inseguridad, los miedos… Estas emociones se manifiestan en estas etapas y si no nos enseñan a gestionarlas a tiempo nos costará un mayor esfuerzo conforme pasa el tiempo, como con cualquier otro aprendizaje. Aprender es más fácil en edad temprana, ya que nuestro cerebro y redes neuronales son más moldeables, motivo por el que la escolarización comienza a los tres años.
Creo firmemente que si en el colegio, el instituto y la universidad, contáramos con tiempos donde se nos enseñara a gestionar nuestras emociones, haciendo uso de las herramientas y técnicas que utilizamos en los procesos de coaching basados en la inteligencia emocional, la programación neurolingüística o el coaching sistémico -entre otros-, nuestro desarrollo académico, profesional y personal daría unos resultados muy distintos a los que hemos tenido sin ese aprendizaje. Sería mucho más satisfactorio y enriquecedor.
Por eso apuesto por que este tipo de técnicas de aprendizaje se implante en todas las instituciones académicas, tanto públicas como privadas, y no sólo en aquellas que tienen mayor presupuesto y que ya las han comenzado a incorporar. Es un derecho que todas las personas puedan acceder al aprendizaje emocional, pues el éxito de nuestro día a día profesional no sólo se consigue por el conocimiento del sector al que nos dediquemos sino por cómo somos capaces de gestionar nuestras emociones ante el estrés y cambios diarios, cómo nos enfrentamos a los conflictos con nuestros/as superiores, compañeros/as y clientes, y cómo gestionamos nuestro tiempo.
Conversando con rectores y vicerrectores de universidades españolas y otros profesionales educativos, hemos llegado todos a la misma conclusión: la importancia de contar con este tipo de aprendizaje emocional. ¿Cómo podríamos incorporarlo? ¿Cómo facilitar la enseñanza emocional a los estudiantes? ¿Cómo podríamos contar con un equipo de coaches que proporcionaran al alumnado ese aprendizaje y apoyo emocional? ¿De qué forma podríamos institucionalizarlo?
A medida que se han ido detectando necesidades, el sistema educativo ha ido incorporando asignaturas como la tecnología, o anticipando otras como los idiomas en infantil o los contenidos transversales. Ya conocemos lo necesario e importante de la educación emocional: ¿por qué no añadirla a nuestro sistema educativo?
Incorporar técnicas y herramientas utilizadas en el coaching ayudaría a fomentar el emprendimiento, a promover la innovación y la creatividad, dando lugar a una sociedad más sana con mejores profesionales, líderes más capacitados, y equipos de trabajo más eficaces.
Si quieres saber más sobre este tema, en nuestro siguiente artículo abordaremos algunas de las actuaciones que hemos diseñado para que esto se convierta en una realidad.
Descarga nuestro próximo contenido
Gracias por tu articulo. Un cordial saludo.
Gracias a ti Marta por seguirnos!!, Recibe un cordial saludo y mucho ánimo en estos momentos complicados!
Equipo Oblu
Amazing! Its genuinely amazing paragraph, I have got much clear idea regarding from
this article.