El mundo empresarial en el que vivimos hoy está en constante adaptación a todos los cambios derivados de los productos y servicios que el público demanda.

Las empresas y organizaciones se ven obligadas a mantener una actitud constante de cambio para conseguir mejoras que impacten y que puedan convertirse en ventaja competitiva. Pero todo va a la velocidad de la luz, y lo que hoy puede ser una ventaja, mañana será un requisito únicamente para sobrevivir en este feroz mercado. 

Las empresas son conscientes de la dificultad que implica un proceso de transformación y el esfuerzo que supone un ciclo de mejora continua. Se ven obligadas a fijar constantemente nuevos objetivos, incluso antes de haber alcanzado los actuales.

Esta es la realidad en la que viven hoy las empresas y organizaciones que quieren estar en el camino del éxito o, como mínimo, de la subsistencia.

Las personas que conforman estas empresas no las SIENTEN ahora como cuando se incorporaron a ellas.  Las estrategias, las normas, los valores e incluso los compañeros. Todo ha pasado a estar en constante cambio. Es normal que aparezcan síntomas de estrés, y que se pierda implicación y sentido de pertenencia. A la empresa, por su parte, le resulta más difícil retener el talento o encontrar a personas motivadas con los nuevos proyectos derivados de esta transformación.

Y es por todo esto que las empresas necesitan adaptarse constantemente, ya que, si no lo hacen, el riesgo de desaparecer es muy alto.

Uno de los pilares de este ciclo constante de cambios es la cultura organizacional. Incorporar procesos de coaching empresarial / organizacional para hacer que estos cambios y adaptaciones continuas no se conviertan en una carga, en desmotivación del equipo, en tirar la toalla… sino todo lo contrario: que sean retos en los que las personas quieran ser partícipes, y sentirse orgullosas de formar parte del éxito de la empresa.

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